La reflexión del domingo
Os dejamos la reflexión de José Carlos en el sexto Domingo de Pascua
El comentario de nuestro párroco:
Con esta pintura de Cristo que está detrás del retablo barroco de la iglesia de Piedrahita, quiero expresar algo que el evangelio de hoy nos dice: "hacemos morada en él". Es decir, somos morada de la trinidad, llevamos a Dios dentro, solo hace falta amarle. A veces no podemos ver a Dios en el hermano, porque va dentro, igual que la pintura del retablo mencionado: no se la ve desde el exterior, pero está ahí. Eso es muy importante, porque con su presencia, Dios da dignidad al ser humano. Si somos morada de Dios, la vida humana, y toda la vida en general, se convierte en un absoluto. Por eso desde la fe no entendemos las guerras, que en la mayoría de las veces se producen por motivos económicos y de poder, poniendo al ser humano por debajo de los intereses más viles. No entendemos los abusos de poder, ni la explotación laboral, ni el aborto, ni la trata de personas, ni las desigualdades sociales... Para nosotros el camino es siempre dialogado, o debería serlo. La primera lectura de hoy explicita lo que el evangelio sugiere al hablarnos del Defensor que nos ayudará a comprender la verdad. Los primeros cristianos también tenían problemas, como ahora los tenemos. Nadie se libra de los conflictos, porque nadie tiene la posesión de la verdad absoluta. El conflicto surgió cuando la fe se extendió por el Mediterráneo entre los paganos. Ellos se convertían, pero no sé circuncidaban, como los judíos. Pronto surgieron voces desde Jerusalén, que no veían con buenos ojos que los cristianos provenientes de paganismo no cumplieran con la tradición judía de la circuncisión. La solución llegó con la convocatoria del primer Concilio de la Iglesia en Jerusalén. Y el acuerdo fue una decisión compartida por tres partes: los de Pablo y Bernabé por un lado, los apóstoles de Jerusalén por otro, y el Espíritu Santo como la parte fundamental, ya que aquellos hombres se abrieron a la fuerza de Dios para decidir; dejaron hablar al Dios que tenían dentro. Y se dieron cuenta de que los nuevos creyentes eran más importantes que las antiguas tradiciones de Israel. Ojalá sintiéramos hoy de la misma manera. Los cristianos debemos situarnos siempre al margen de los intereses nacionalistas, económicos, ideológicos y culturales, cuando estos intereses entran en conflicto con la dignidad humana. Cristo vive en nosotros y nos hace más valiosos que a todas las cosas de este mundo
José Carlos
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