La reflexión del domingo
Os dejamos la reflexión de José Carlos sobre el Evangelio del domingo.
De otra lapidación nos habla el evangelio. En ella intervienen también los fariseos, dispuestos a aplicar la Ley de Moisés, y una mujer adultera, pero indefensa ante el odio de sus perseguidores. Unos y otra se cruzan con Jesús. Este hombre les invita a cambiar con la fuerza de la misericordia, que no es otra que la fuerza del amor. A los fariseos les descubre su hipocresía con mucho tacto, para que no se sientan ofendidos. También ellos son pecadores como la adultera. Como también nosotros lo somos. Una solución de odio provoca la muerte y más dolor. La mirada misericordiosa de Jesús nos sitúa en nuestra propia verdad: que somos imperfectos y pecadores, igual que la adúltera. También ella es invitada a cambiar de vida, a no seguir con el gran engaño del adulterio.
Encontrarnos a fondo con Jesús nos descubre lo que somos, nos ayuda a tener una mirada distinta. Sólo El desencadena una verdadera conversión
Puedes leer el Evangelio del día pinchando aquí
Uno no se convierte todos los días, de la misma manera que no se cambia de un día para otro. Hay pocas cosas en la vida que nos hacen cambiar de forma de pensar o de vivir. Creo que hay dos: el encuentro con el amor o el encuentro con el dolor. Supongo que la razón también ayuda.
Con la conversión pasa lo mismo. El domingo pasado, la parábola del hijo pródigo nos relataba un cambio de vida de este hijo cuando se vio sometido a una extrema necesidad, el dolor. Hoy en cambio, las lecturas nos hablan de un cambio motivado por una persona, Jesús. En la segunda lectura de hoy nos habla Pablo de su experiencia de encuentro con Cristo. Nos dice que todo lo estima basura en comparación con él. Debió ser un encuentro impactante, porque el cambio de Pablo fue enorme. De perseguir a los cristianos, paso a hacerse uno de ellos. El libro de los Hechos nos cuenta que presenció la lapidación del primer mártir cristiano, Esteban.
Con la conversión pasa lo mismo. El domingo pasado, la parábola del hijo pródigo nos relataba un cambio de vida de este hijo cuando se vio sometido a una extrema necesidad, el dolor. Hoy en cambio, las lecturas nos hablan de un cambio motivado por una persona, Jesús. En la segunda lectura de hoy nos habla Pablo de su experiencia de encuentro con Cristo. Nos dice que todo lo estima basura en comparación con él. Debió ser un encuentro impactante, porque el cambio de Pablo fue enorme. De perseguir a los cristianos, paso a hacerse uno de ellos. El libro de los Hechos nos cuenta que presenció la lapidación del primer mártir cristiano, Esteban.
De otra lapidación nos habla el evangelio. En ella intervienen también los fariseos, dispuestos a aplicar la Ley de Moisés, y una mujer adultera, pero indefensa ante el odio de sus perseguidores. Unos y otra se cruzan con Jesús. Este hombre les invita a cambiar con la fuerza de la misericordia, que no es otra que la fuerza del amor. A los fariseos les descubre su hipocresía con mucho tacto, para que no se sientan ofendidos. También ellos son pecadores como la adultera. Como también nosotros lo somos. Una solución de odio provoca la muerte y más dolor. La mirada misericordiosa de Jesús nos sitúa en nuestra propia verdad: que somos imperfectos y pecadores, igual que la adúltera. También ella es invitada a cambiar de vida, a no seguir con el gran engaño del adulterio.
Encontrarnos a fondo con Jesús nos descubre lo que somos, nos ayuda a tener una mirada distinta. Sólo El desencadena una verdadera conversión
José Carlos
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