Presentación de Jesús en el Templo. Las Candelas

Hoy, 2 de febrero, cuarenta días después de la Navidad, celebramos la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo. Esta celebración también se conoce como La Candelaria o Las Candelas.


¿Cuál es el origen de esta fiesta? Para encontrarlo tenemos que ir atrás en el tiempo, hasta la época en la que vivió Jesús. Del mismo modo que hoy tenemos normas o reglas en casa, en la escuela, en el trabajo ... por aquel entonces había unas normas para los israelitas acerca de las leyes de Dios que se recogían en un libro que se llamaba Levítico. 

Una de esas normas decía que toda mujer que hubiera sido madre debía presentarse en el templo, para purificarse, a los cuarenta días de haber dado a luz. Así es que cuando llegaba ese momento tenía que acudir, acompañada por su esposo, a las puertas del templo para llevar una ofrenda: un par de tórtolas o dos pichones. Con respecto al niño, todo primogénito debía ser consagrado al Señor, en recuerdo de los primogénitos de Egipto que había salvado Dios. ¡Y esto pasaba hasta con los animales primogénitos...! 

Siguiendo esta costumbre, José y María llevaron a Jesús al templo de Jerusalén pero como eran pobres sólo pudieron llevar como ofrenda dos palomas blancas. 

Cuando iban a entrar en el templo, el anciano Simeón, movido por el Espíritu Santo, tomó en brazos a Jesús y lo bendijo diciendo que Él sería la luz que iluminaría a los gentiles. Después, le dijo a María que una espada atravesaría su alma, profetizando los sufrimientos que tendría que afrontar.

Como recuerdo a las palabras del anciano Simeón, en algunos lugares, es típico acudir a la iglesia llevando velas o candelas que simbolizan a Jesús como luz de todos los hombres. De aquí viene el nombre de la “Fiesta de las candelas” o el “Día de la Candelaria”.

Toda esta historia la podemos leer en el Evangelio de San Lucas (Lucas 2, 22-40): 

"Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones".  Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel". Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: "Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten y será como un signo de contradicción -y a tí misma una espada te traspasará el alma-, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones". Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casda, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él"

Ya conocemos la historia de la fiesta y ahora vamos a acercarla a nuestras propias costumbres porque en nuestro pueblo es tradición que el Ayuntamiento encargue misa y asista a ella la corporación municipal para festejar este día. ¡Les deseamos a todos una feliz jornada.!

Antiguamente, también era costumbre que las madres de nuestro pueblo presentaran a sus pequeños recién nacidos acudiendo con ellos a misa. En recuerdo de esta tradición, que el tiempo ha hecho desaparecer, dejamos esta presentación simbólica.


Y encendemos una vela 



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