San Isidro Labrador

Hoy, 15 de mayo, celebramos la festividad de San Isidro labrador, patrón de los agricultores y de la ciudad de Madrid. Desde aquí felicitamos a quienes celebran su onomástica y a los patrocinados y les deseamos un feliz día en su festividad.

Lo que sabemos de San Isidro proviene más de la tradición popular que de datos históricos. Sin embargo, es uno de los pocos santos medievales cuyos milagros fueron recogidos en un códice del siglo XIII por orden de Alfonso X para la Capilla Real, ubicada junto al altar mayor de la parroquia de San Andrés de Madrid. 

La tradición señala su origen humilde, hijo de campesinos, y sitúa su nacimiento en Madrid a finales del siglo XI. 

Es muy probable que fuese mozárabe, ya que este grupo social fue numeroso en tierras del antiguo reino de Toledo, que comprendía también Madrid y Guadalajara. Los mozárabes se establecieron en los fértiles valles fluviales y se dedicaron a la agricultura, algunos como campesinos independientes y otros vinculados a algún señor.

En el códice se recoge que San Isidro era arrendatario que trabajaba por un sueldo anual y que la mayor parte de su vida estuvo vinculado a la familia de los Vargas aunque también trabajó para otros amos. También nos informa sobre su vida y se señala que estaba casado y era padre de un hijo. Pero es la tradición la que nos da el nombre de su esposa, María de la Cabeza, y de su hijo, Juan o Illán.

Al santo se le atribuyen cinco milagros, también recogidos en el mencionado códice. Dos de los milagros nos muestran a un campesino madrileño que realizaba las labores propias de su oficio: la labranza de la tierra con yugo de bueyes y arado y que acudía al molino a moler trigo en el invierno.

  • En el primer milagro, el santo se dirigía a un molino (probablemente el de La Arganzuela, junto al puente de Toledo), en compañía de un mozo o ayudante, para moler trigo, y en mitad del camino ofreció de comer a unas hambrientas palomas, ateridas por el frío y la nieve, siendo objeto de la burla de su acompañante por derrochar de esa manera el trigo. El milagro se produjo cuando, al llegar al molino, los costales de ambos se encontraban repletos, sin que faltase nada.
  • En el segundo milagro los compañeros se quejaban al amo de que san Isidro llegaba tarde a la labranza, porque pasaba la mayor parte del día rezando por las iglesias que había a su alrededor. El amo, queriendo comprobar personalmente las acusaciones, espió una mañana a Isidro y observó atónito cómo un yugo celestial de bueyes blancos, a la par que su propio yugo, ayudaba al santo a realizar la labranza, aumentando, de esta manera, los rendimientos y los esfuerzos de su trabajo, supuestamente disminuidos por el tiempo dedicado a la oración.

Los otros milagros se relacionan con las prácticas religiosas de la época: el milagro del lobo, el de la olla y el de los pobres. 

  • El primero muestra a un San Isidro espiritual que no abandonaba la oración ni la posponía ante ningún contratiempo. Unos chiquillos, mientras estaba rezando un día de verano en la iglesia de Santa María Magdalena, le alertaron de que había un lobo feroz que persiguió a su borriquillo, ocasionándole heridas de muerte. Sin embargo, el santo, pacientemente, terminó de hacer su oración y cuando salió de la iglesia se encontró al lobo muerto y al jumento en perfecto estado.
  • Los dos últimos milagros se refieren a la práctica de la caridad. En el de la olla, la comida se multiplicó repentinamente cuando un pobre acudió un sábado a su puerta demandando limosna. Parece ser que había costumbre de que este día se repartiesen alimentos entre los más necesitados. El pobre del relato llegó el último y, al parecer, la comida se había terminado; sin embargo, san Isidro interpeló a su esposa y le rogó que mirase si aún quedaba algo en la olla. Ésta acudió, llena de incredulidad, y comprobó sorprendentemente que estaba llena.

Sobre la muerte de San Isidro y su enterramiento sabemos que el santo hizo testamento de sus escasos bienes y que en el lecho de muerte recibió el viático. Esto sucedía a finales del siglo XII, en una fecha imprecisa que la tradición fija en un 30 de noviembre, festividad del apóstol San Andrés. 


Iglesia de San Andrés, Madrid
Fue enterrado en el cementerio de la parroquia de San Andrés, la última que, durante su vida laboral, visitaba antes de proseguir su camino hacia el campo. Allí, en una sencilla fosa, sin lápida, ni nombre, ni ninguna otra señal, permaneció casi olvidado de todos, hasta que después de cuarenta años, su cuerpo fue localizado milagrosamente, según creencia popular, por revelación divina, encontrándose incorrupto y siendo trasladado al interior de la iglesia.

Su bula de canonización data del 4 de junio de 1724, bajo el pontificado de Benedicto XIII. El 16 de diciembre de 1960 Juan XXIII le declaró patrón de los agricultores españoles.

Es patrón de Madrid y de otros muchos pueblos y ciudades.




La iconografía nos muestra al Santo vestido con traje de campesino, portando alguno de los utensilios agrícolas como una pala, azada, hoz, aguijada, mayal, arado. A veces con bueyes conducidos por ángeles en referencia a uno de los milagros. Tras su canonización es frecuente encontrarlo representado en compañía de su esposa, Santa María de la Cabeza. Ella suele portar un jarrón de agua, a veces otro apero diferente de San Isidro.

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