Domingo de Pentecostés
Hoy, 23 de mayo, celebramos la solemnidad de Pentecostés. ¡Feliz domingo!
En sus orígenes, esta fiesta, tenía un sentido de acción de gracias por la cosecha. En ese contexto se la conocía como la "fiesta de la cosecha", "el día de los primeros frutos" o "fiesta de las semanas" y tenía lugar siete semanas después de cosechar los primeros frutos. Entre otras referencias recogidas en el Antiguo Testamento, podemos encontrar esta:
"Luego contarás siete semanas; las contarás desde el día en que comiences a cortar el trigo. Entonces celebrarás la fiesta de las Siete Semanas a Yahvé, tu Dios, haciéndole ofrendas voluntarias según lo que hayas cosechado por la gracia de Yahvé, tu Dios". (Dt. 16:9-10).
Avanzado el tiempo, también pasó a conmemorar la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto.
Hoy la conocemos con el nombre de Pentecostés, que significa quincuagésimo, y se celebra cincuenta días después de la Pascua, poniendo fin al periodo pascual. Es la conmemoración del descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles de Jessucristo, hecho que marca el nacimiento de la Iglesia.
"Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse." (Hc, 2: 1-4).
En este fragmento encontramos dos de los símbolos del Espíritu Santo: el viento y el fuego. El viento es fuerza. El fuego limpia. El Espíritu Santo es una fuerza invisible y poderosa que habita en nosotros y nos purifica de nuestro egoísmo para dejar paso al amor.
Para finalizar esta entrada, recordamos los siete dones del Espíritu Santo y no olvidamos que hace unas semanas nuestros jóvenes nos obsequiaron con un pequeño mural que recogía estos mismos dones y que adornó nuestra iglesia durante la celebración del Sacramento de la Confirmación:
• SABIDURÍA: Nos permite entender, experimentar y saborear las cosas divinas, para poder juzgarlas rectamente.
• ENTENDIMIENTO: Por él, nuestra inteligencia se hace apta para entender intuitivamente las verdades reveladas y las naturales de acuerdo al fin sobrenatural que tienen. Nos ayuda a entender el por qué de las cosas que nos manda Dios.
• CONSEJO: Permite que el alma intuya rectamente lo que debe de hacer en una circunstancia determinada. Nos ayuda a ser buenos consejeros de los demás, guiándolos por el camino del bien.
• FORTALEZA: Fortalece al alma para practicar toda clase de virtudes heroicas con invencible confianza en superar los mayores peligros o dificultades que puedan surgir. Nos ayuda a no caer en las tentaciones que nos ponga el demonio.
• PIEDAD: Es un regalo que le da Dios al alma para ayudarle a amar a Dios como Padre y a los hombres como hermanos, ayudándolos y respetándolos.
• TEMOR DE DIOS: Le da al alma la docilidad para apartarse del pecado por temor a disgustar a Dios que es su supremo bien. Nos ayuda a respetar a Dios, a darle su lugar como la persona más importante y buena del mundo, a nunca decir nada contra Él
• CIENCIA: Hace capaz a nuestra inteligencia de juzgar rectamente las cosas creadas de acuerdo con su fin sobrenatural. Nos ayuda a pensar bien y a entender con fe las cosas del mundo.
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